donde matar la sed de la mirada.
Lo riegan serafines.
Protegiendo del sol a sus fachadas,
los frondoso naranjos.
Arabescos forjados
son mantillas de puertas y ventanas
y suelos empedrados
donde se estrella el sol en las mañanas
derrochonas de luz.
Los porches con los arcos
-donde un sueño andaluz pintó caballos
sobre sus "anchos ancos"
andaluzas esbeltas como tallos
y mimbres sus cinturas-
Ondulantes tejados
que coronan la cal inmaculada,
y encima recortados
como "lápices gordos", chimeneas achatadas
humeantes y olientes.
Las entradas, son atrios
con festones de tejas recortadas
dando paso a un patio
-bordeado por casas encaladas-
rectangular e inmenso.
Allí juegan los niños retozones
y las mozas inician sus amores,
engarzando guirnaldas de canciones
y aspirando el perfume de las flores
crecen envueltas en la luz.
¡Ay Federico Mayo!
jugando con la luz y los aromas.
¡Ay Federico Mayo!
la luna enamorada se te asoma
dándote sabor "de antaño".
© Mar Velasco
Del libro "La Musa Blanca".
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